Capital de Trabajo es un érmino muy usado en los negocios y se refiere, básicamente, a las inversiones que tiene que hacer la empresa para financiar su producción, desde el momento que compra las materias primas, hasta que recibe el pago en efectivo por la venta de su producto.
Al lapso de tiempo, que media entre la compra de los insumos y el pago de las ventas realizadas, se le conoce como ciclo productivo, el cual está conformado por el ciclo de producción, que abarca el período que va desde la adquisición de insumos, hasta que el producto final es terminado; y el ciclo de cobranza, que abarca desde que el producto final es vendido, hasta que recibe el pago.
Las inversiones en capital de trabajo pueden ser en efectivo, cuentas por cobrar e inventarios, lo que en contabilidad se conocen como activos corrientes. Efectivo, es el dinero con que cuenta la empresa, tanto en su local, como en los bancos con quienes trabaja; las cuentas por cobrar, es todo lo que está pendiente de cobranza a los clientes a los que se ha vendido al crédito; y los inventarios, son los stocks de materias primas, productos en procesos y productos terminados que se encuentran en los almacenes de la empresa.
Por lo tanto, si se quiere vender al crédito y no se dispone de capital de trabajo, la empresa estaría obligada a producir nuevos productos, sólo cuando reciba el pago de lo vendido al crédito. Esto no sucede cuando se cuenta con capital de trabajo, pues se puede seguir produciendo al contar con medios para hacerlo sin tener que esperar que el cliente cancele sus compras.
Hay varias maneras de conseguir capital de trabajo.
Al lapso de tiempo, que media entre la compra de los insumos y el pago de las ventas realizadas, se le conoce como ciclo productivo, el cual está conformado por el ciclo de producción, que abarca el período que va desde la adquisición de insumos, hasta que el producto final es terminado; y el ciclo de cobranza, que abarca desde que el producto final es vendido, hasta que recibe el pago.
Las inversiones en capital de trabajo pueden ser en efectivo, cuentas por cobrar e inventarios, lo que en contabilidad se conocen como activos corrientes. Efectivo, es el dinero con que cuenta la empresa, tanto en su local, como en los bancos con quienes trabaja; las cuentas por cobrar, es todo lo que está pendiente de cobranza a los clientes a los que se ha vendido al crédito; y los inventarios, son los stocks de materias primas, productos en procesos y productos terminados que se encuentran en los almacenes de la empresa.
Por lo tanto, si se quiere vender al crédito y no se dispone de capital de trabajo, la empresa estaría obligada a producir nuevos productos, sólo cuando reciba el pago de lo vendido al crédito. Esto no sucede cuando se cuenta con capital de trabajo, pues se puede seguir produciendo al contar con medios para hacerlo sin tener que esperar que el cliente cancele sus compras.
Hay varias maneras de conseguir capital de trabajo.
La primera, es a través de los propios recursos del empresario. Lo que implica poner plata de su bolsillo, o que la empresa genere los recursos necesarios (que sus ingresos en efectivo sean mayores que sus egresos en efectivo), producto de las operaciones propias del negocio.
La segunda, proviene de los proveedores. El crédito que se obtiene de ellos, implica más días de plazo para pagar lo que se les adquirió y, por lo tanto, menos recursos que la empresa o su propietario tienen que poner para financiar el capital de trabajo.
La tercera fuente está constituida por los préstamos que, específicamente para ese fin, pueden obtenerse de los bancos u otras instituciones financieras (cajas municipales, edpymes, etc.). En el caso de los bancos, estos pueden poner, a disposición de sus clientes, apoyo financiero para capital de trabajo, a fin de financiar ventas locales, otorgan operaciones de crédito que incluyen sobregios, pagarés, descuento de letras y factoring.
En realidad, casi siempre los recursos de capital de trabajo provienen de una mezcla de estas tres fuentes.
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